Vuelve el Cádiz

El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde es una novela escrita por Robert Louis Stevenson y publicada por primera vez en inglés en 1886 que trata acerca de un abogado, Gabriel John Utterson, que investiga la extraña relación entre su viejo amigo, el Dr. Henry Jekyll, y el misántropo Edward Hyde. El libro es conocido por ser una representación de la psicopatología correspondiente a un desdoblamiento de personalidad, habla de la conciencia del ser humano que se divide entre el bien y el mal, y habla, sobre todo, de la bipolaridad, del hecho de ser capaz de lo mejor y de lo peor. Así es este Cádiz, capaz de ser derrumbado como un castillo de naipes por errores infantiles que no se pueden permitir en un equipo de segunda y capaz de sacar su mejor cara y bastarle quince minutos escasos para darle la vuelta a un partido que tenia muy cuesta arriba, sobre todo en el aspecto psicológico.

Hay distintas formas de ver lo sucedido contra el Albacete en el estadio Ramón de Carranza. Están los creyentes, los que se alimentan a base de fe, y que probablemente verian la hazaña como un milagro para este Cádiz, en mi opinión, limitado. Los incrédulos todavia estamos frotandonos los ojos y pedimos constantemente que nos pellizquen, pues lo de ayer fue lo nunca visto, el no va más. Estar más muertos que vivos, que algunos pusieran vestidos de limpio a presidente, director deportivo y jugadores, que estos remonten el partido y sigan siendo todos reprochados, unos por falta de carácter o de cualidades y otros por cometer errores en su gestión. Por último estaran los que son pesimistas y algo ignorantes y vieron lo de ayer como una tarde de suerte ilógica que dificilmente se volverá a repetir sin tener en cuenta la trascendencia de lo que ayer se hizo.

En el plano psicológico, el cual vereis que renombro constantemente, y si lo hago es porque pienso que es uno de los lastres que más condenan a este equipo, la victoria supone una dosis extra de motivación para seguir en la pelea por la salvación. A efectos prácticos, en la clasificación al término de la jornada habiamos recortado dos puntos con los puestos que marcan la línea del terror. Es imprescindible que se enganchen ya mismo tres o cuatro partidos sin perder y sumando en algún que otro de tres en tres podamos acercarnos y meter presión a esa cola de equipos que estan por encima de nosotros pero en un puño de cinco o seis puntos. Hay que salir de ahí abajo cuanto antes.

Con respecto a los gritos en contra de los jugadores y los insultos a los directivos, tengo una opinión formada desde hace tiempo que me llleva a tomar decisiones como el tirar a la papelera cinco segundos después de que me lo den un cartel en el que me proponen lo que tengo que decir o pensar, y que ni siquiera pensaba de antes, o el insultar a los que cada día trabajan para mi equipo porque piense que no lo esten haciendo bien. Son humanos, y dudo mucho que ninguno de estos pelee cada minuto porque el equipo esté lo mejor posible, otra cosa es que no sean capaces de ello por falta de cualidades. Nadie se merece estar siendo vejado constantemente por falta de aptitud dentro del campo o porque se equivoque de vez en cuando en llevar las riendas de un histórico, hay que saber recordar sus aciertos y , sobre todo, que todos ellos son personas como nosotros y no magos. La exigencia del fútbol debe estar dentro de unos límites de respeto y memoria.

Vuelve el mejor Cádiz a tiempo de arreglar el lío en el que anda metido desde hace meses. Ahora toca sufrir en un campo difícil como es el municipal de Cartagonova, donde nos espera el equipo rebelación de la categoría que ya nos sacó los colores aqui en Cádiz. Habrá que jugar con los cinco sentidos desde el principio hasta el final para que no vuelvan a sucederse los errores de las dos últimas semanas que tan caros nos han salido. El hecho de jugar en Viernes nos da la posibilidad de salir del pozo antes de que jueguen todos los demás, lo que supondría empezar a meter esa presión de la que antes hablaba ¡Vamos Cádiz! ¡A por la victoria! Aunque, visto lo visto, se acepta empate como animal de compañía en campos ajenos...


Miguel Ángel Utrillas